viernes, 5 de noviembre de 2010

las lenguas indigenas en colombia

Las lenguas son la reserva espiritual de la humanidad": Jon Landaburu

El linguista Jon Landaburu (en el centro) junto a la ministra de Cultura Paula Moreno durante la inauguración del Festival Wayúu, en Uribia, Guajira.
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El lingüista vasco Jon Landaburu llegó a Colombia hace 40 años cuando debía cumplir un año de servicio social por cuenta del servicio militar. Acababa de estudiar lingüística y filosofía en la Sorbona en París, cuando armó maletas y se desvió de su destino original, Lima. Llegó a trabajar dictando clases de francés en el Liceo Francés y pronto se dio cuenta que su área de formación era prácticamente virgen en el país. Trabajó de la mano del reconocido antropólogo Reichel Dolmatoff y fue haciendo su camino aquí en Colombia. Hoy es coordinador del Ministerio de Cultura en el Programa de Protección de la Diversidad Etnolingüística. CAMBIO habló con él de camino a la inauguración del Festival Wayúu en el municipio de Uribia, Guajira. 
CAMBIO: ¿Por qué es tan importante hablar de las lenguas indígenas y afrodescendientes?
Jon Landaburu: Yo diría que el tema va mucho más allá de las fronteras del país, es un tema mundial. Por esto la Asamblea general de las Naciones Unidas el año pasado declaró el 2008 como el año internacional de las lenguas. Porque realmente la globalización tiene el peligro de reducir toda la humanidad con su diversidad en una cosa muy homogénea. Es un peligro que se está viendo en la fauna, en la flora, con la desaparición de muchas especies, y también con la desaparición de formas de cultura. Si no buscamos espacios para que se integren a esta globalización de una manera armoniosa, vamos hacia una catástrofe ecológica en lo natural y en lo cultural. Es un problema que rebasa Colombia, pero que también tiene de manera excepcional porque tiene una diversidad muy grande en comparación con muchos otros países. En general los países de la cintura ecuatorial tienen mucha diversidad cultural. Por eso hay una responsabilidad del país por el porvenir de la humanidad. Y desde luego también hay una responsabilidad del país que integra a toda su gente y le da espacio a las comunidades para seguir siendo lo que son, adaptándose a las nuevas condiciones.
¿Cuál es su diagnóstico de sobrevivencia de estas lenguas?
La situación actual es muy variada, hay muchas lenguas de grupos muy pequeños que están amenazadas. La transmisión de estas lenguas puede ser muy problemática y en algunos casos lo es. En esos casos lo que hay que hacer es documentar para guardar el testimonio, el patrimonio, la memoria de esto y apoyar en algunos procesos de tipo escolar.
Pero por el otro lado, hay lenguas que están todavía muy vivas, como el wayunaiki, de los wayuu en la Guajira, a quienes hay que acompañar en la modernización, en la estandarización, en la documentación, y en la escuela, tribunales, hospitales, etc. Estamos haciendo autodiagnósticos en todas partes, y mucha de esta gente es monolingüe y no habla español, por eso tenemos que aprender sus lenguas también. Y los que lo hablan, también hay muchas formas de promover, que es lo que propone las Naciones Unidas, es fomentar el plurilingüismo, que es definitivamente una ventaja intelectual y cultural, ya que las personas que pertenecen a varios mundos mentales tienen realmente una ventaja y una capacidad de adaptarse a este mundo cada vez más globalizado, respetando su propia identidad y acercándose a las identidades más amplias. 
¿La selección de las 20 lenguas con las que empezaron es porque se encuentran en mayor riesgo?
No, realmente el riesgo está un poco repartido, así que no es un criterio discriminante. De todas maneras pensamos en tres años cumplir todo. Sino en función de la accesibilidad que teníamos en este momento, de los colaboradores que pudieran trabajar con nosotros y que hubiera una diversidad tipológica de situaciones suficiente.
¿Cómo proteger a las comunidades amenazadas desde la salvaguardia de la lengua?
Es un problema muy difícil, la violencia y las situaciones de desalojo y espaciamiento destruyen cualquier tipo de comunidad. Obviamente las comunidades que tienen su tradición amarradas a un territorio, el apego y la simbología, todas las prácticas festivas, los lugares de cacería, de trabajo, de recolección son fundamentales. Así que cuando se desplaza una comunidad es algo muy grave.
Estamos tratando de trabajar en los cascos urbanos, donde viven también migrantes, unos por traumas de violencia, otros porque salieron también de su comunidad por diversas razones. Ellos se suelen reunir en barrios, suelen mantener algunas redes, es importante que los niños encuentren un espacio, que pueden ser centros de cultura o casas de cultura, para que mantengan vivos y tengan algún tipo de apego a la lengua y tradición, culinaria, festiva, etc.
¿Existen comunidades más arraigadas que otras?
Hay comunidades como los quechuas en Bogotá que mantienen su lengua de manera bastante fuerte, muchos de ellos son comerciantes, así que les sirve de herramienta de solidaridad, pero otros están en condiciones muy diferentes. La conservación de la lengua y de la tradición parte de una voluntad de identidad que es muy variable según los grupos. Hay grupos que uno puede decir que de aquí a 20, 30 años se van a terminar y aunque nada está escrito las perspectivas son complicadas. Pero hay comunidades como los embera, que migran a diversos lugares, como Nariño, pero mantienen su lengua.

las lenguas nativas

la lenguas nativas en colmbia, son el reflejo de las luchas de nuestros mayores. por mas de 519 años luchron  para tener vivan en nuestros territorios, es un mecanimos de defenza contar aquellos que no s quieren acabar,, yo soy indigena del pueblo misak. conservo mi identidad cutural. principios mi lengua nativa el namtrik..